Ahora que estoy viejo me suceden dos cosas muy desagradables: me crecen pelos inútiles en las orejas, y, por otro lado, a pesar de quererlo, en ocasiones no logro recordar lo que busco en mi memoria. No faltará quien diga que eso es algo normal. No en mi caso. Me sucede que yo en lugar de recordar, sueño vívidamente toda la situación que quise traer al presente durante el día. Eso es fatal. No evoco como cualquier hijo de vecino sino que padezco de actualizaciones. Vuelvo sobre lo vivido. No puedo recordar las cosas sino soñarlas. Luego recuerdo, pero como entre neblinas.
En estos días, por ejemplo, me detuve a pensar en qué
habrá sido de la vida de Ricardo. Sé que si vive debe estar viejo, bastante más
viejo que yo, pero en mis sueños es el mismo de 1970 o 1971 a punto de entrar
en sus cincuenta y con esa aura de poder, encanto y misterio que lo rodeaba
entonces. Era un agente de las sombras como alguien lo definió una vez ¿O habrá
sido él mismo quien dijo eso? No viene al caso. Sé que no fue en 1972 porque en
ese año fue aquello, lo otro, y de eso sí que estoy seguro.
En esa época, Ricardo tenía una oficina en Caracas, creo
que por los lados de El Silencio. De la oficina, por un estrecho pasillo, se
llegaba a un apartamento del tipo “estudio” lujosamente equipado. Comparado con
otros, aquel apartamento iba bastante holgado en materia de espacio. Ése
apartamento era “el cuarto de los favores” según lo llamaba Ricardo. Recuerdo
claramente que por otra puerta se podía comunicar con un garaje y salir de
aquellas instalaciones usando un portón de esos que llaman “santamaría” que
daba hacia un discreto callejón. En razón de esto, supe que algunos llamaban a
aquello “la baticueva” Esto último no estoy seguro de si recordarlo o de
haberlo soñado.
Ricardo había llegado muy joven a Caracas para estudiar
abogacía. Se graduó en el tiempo establecido aunque sin particular notoriedad.
Pero apenas cinco años le bastaron para despegarse del terruño. No estaba
particularmente enamorado de la capital sino que detestaba su provinciana
ciudad de origen. A mí por el contrario, la idea de ir a Caracas me enfermaba,
y lo digo en serio; ni bien llegaba, debía perder todo un día recuperándome de los
malestares generales.
El caso es que, según he soñado y luego recuerdo,
Ricardo, valiéndose de ciertos compañeros de estudio y del caudal de su padre
se puso en contacto con una planta televisora y terminó resolviendo
favorablemente algunas situaciones que comprometían a productores y artistas.
En poco, se codeaba con lo mejor de la farándula nacional pero siempre tras
bastidores, siempre en segundo plano, siempre en las sombras…
En “el cuarto de los favores” Ricardo escondió por unos
días a un actor de renombre al que acusaron de traficante. Sé que allí también
“guardó” a un productor acusado de propasarse con unas aspirantes a actrices.
Un cantante que recién comenzaba a brillar estuvo en lo de Ricardo bastantes
días oculto por un asunto de no sé qué cosa con una menor de edad. Ricardo
decía que siempre es mejor adeudar plata
que favores porque el dinero se paga y los favores no, nunca… Aunque ahora
dudo de si lo dijo él o si son vainas mías.
Había un italiano (¿O era argentino?) que representaba a
varios artistas venezolanos en el extranjero y era muy conocido por lo lejos
que hacía llegar a sus estrellas, por usar muchas drogas, por maricón, por ir
elegantemente vestido y por manirroto. Creo que más bien era español. Yo lo
conocí en la oficina de Ricardo y deduje que también él era usuario de “el
cuarto de los favores” y eso debió ser en 1970 o 1971. Sé que no fue en 1972
porque en ese año fue aquello, lo otro, y de eso sí que estoy seguro.
El caso es que habiendo llegado yo un miércoles a
Caracas, no fue sino hasta la mañana del viernes que pude salir a ocuparme de
mis diligencias y al mediodía llamé a la oficina de Ricardo para que nos
encontráramos. Bueno, o tal vez haya sido que pasé sin llamar. No recuerdo
bien. Ricardo se alegró de verme y en un momento nos pusimos al día. Salimos a
comer algo por ahí mismo cerca y me llamó la atención el hecho de que su auto estaba
estacionado por la avenida y no por el callejón. El cuarto de los favores debía
estar ya ocupado o iba a ocuparse.
Como en cada ocasión en que coincidíamos, aquella vez nos
emborrachamos. Ya comenzando la noche volvimos a la oficina para que Ricardo
buscara no sé qué cosa y un par de botellas de whisky. Me advirtió que lo
esperara ahí en el auto pero yo desesperé y al poco rato subí a la oficina.
Ricardo hablaba con aquel hombre italiano (¿o era argentino?) a la puerta del
cuarto de los favores. El hombre estaba sin camisa ni pantalones. Vestía
únicamente unos calzoncillos y unos calcetines y se me hizo particularmente
ridículo en esas fachas. Pude ver que en el sofá dos jóvenes marineros
dormitaban a causa de la borrachera. Alguien puso a sonar en el tocadiscos: Únicamente tú eres el todo de mi ser, porque
al faltarme tu querer…
De pronto, un cuarto hombre no muy alto, de pelo casi
duro y ojos achinados, con pantalones pero descalzo y sin camisa, evidentemente
borracho, llegó por detrás del español (¿O era italiano?) y lo abrazó diciendo
algo que no recuerdo. Jamás olvidaré que me miró muy sorprendido. Su mirada,
hizo que Ricardo se diera cuenta de mi presencia y me reconviniera para volver
a la calle.
II
El mayor de mis hijos nació el 2 de julio (¿O es de
junio?) y ése día mataron a Felipe Pirela en San Juan de Puerto Rico. Cuando
olvido una cosa la asocio con la otra y listo, recuerdo. Sin embargo, ahora
mismo, no sé a dónde iba con todo esto. Bueno…
El caso es que anoche (¿O fue al mediodía de hoy?) tuve
un sueño muy extraño: Yo caminaba borracho buscando a un amigo mío llamado Ricardo que
tenía unas oficinas en Caracas, por los lados de El Silencio y en un pasillo
oscuro lo hallé conversando con dos hombres casi desnudos que habían
emborrachado a un par de marineritos. De pronto, Ricardo se ponía furioso y me
hacía volver al auto.
Desperté sobresaltado, en ése instante reconocí
claramente todos los rostros: el italiano, los marineros y el otro. Recobro la
seguridad de que mi hijo nació un 2 de julio y dentro de mi cabeza escucho todavía con total claridad: …”veeen, y juntemos nuestras vidas,
para que vivan unidas, en un solo corazón”
Pero ¿y si no fuera un recuerdo?
CALIXTO
GUTIÉRREZ AGUILAR.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario