miércoles, 7 de diciembre de 2016

ALPHA...

Cuando llegaron al auditórium, ella fue abordada por mucha gente que la saludaba. A él, en cambio, era preciso presentarlo a cada paso. Como de costumbre, el acto tardaba en comenzar  y  ella se dio a departir amablemente. Pedía opiniones, argüía; reía, asentía, negaba, aceptaba, refutaba…

Al iniciarse la conferencia ella tomo asiento y él la rodeó tiernamente con su brazo.

La exposición de argumentos avanzaba pesadamente y él tomó con delicadeza la mano de ella para depositarle un suave beso que la enterneció todavía más.

Cuando ya se aproximaban a  las conclusiones, él susurró algo al oído de ella que la hizo ruborizar un poco. Cuando ella giró la cabeza para mirarlo,  él le planto un besito furtivo en los labios: rápido, sin ruido, pícaro… y ella  se ruborizó al notar que varios en la sala lo habíamos visto.

Al término del acto, él sostenía su mano entrelazando los dedos de ella. Todos notamos que eran “algo”
Se marcharon.

Una vez traspuesto el umbral de la casa ella vino a enlazar sus brazos al cuello de él. Displicente, él deshizo el lazo. Con aire casi insolente esquivo el beso que ella le ofreciera.

Ya estaban en casa, ya no tenía que dejar claro a nadie que ella era suya…
CALIXTO GUTIERREZ AGUILAR
DICIEMBRE/2016


sábado, 5 de noviembre de 2016

Apolo en el huerto…

A Angélica Guevara Alcalá, alma de este relato.

Tras el almuerzo, la muchacha huye del bochorno y de la fuerza canicular  buscando el amparo del huerto. Entre árboles y arbustos recrea escenas pastoriles acaso o construye imaginarios edenes en los cuales establecerse como solitaria hurí.
Habitado por mil cositas que se mueven, “Apolo” se solaza en la grata y silenciosa compañía de la muchacha que lo mira. Aburrido -como es común entre los de su especie- intenta de cuando en cuando atrapar moscas al vuelo y hace sonar sus dientes con chasquidos de trampa frustrada. 
Las moscas victoriosas vuelven sobre el hocico de “Apolo” y él se sacude violento y burlado.

Cambia de lugar, se tiende a la sombra; de nuevo se yergue, y ahora tiene la expresión de haber comprendido por fin cómo se debe atrapar una mosca en vuelo. Lo intenta una vez más y vuelve a fracasar.
La muchacha, que sigue atenta la conducta de “Apolo”, sonríe. Ella piensa. ¡Tú dedícate a ladrar haciendo ver que cuidas la casa! ¡Pues como matamoscas no sirves!

Y “Apolo” se aquieta, dormita y sueña entre escenas pastoriles o imaginarios edenes…
CALIXTO GUTIERREZ AGUILAR

NOVIEMBRE/2016

lunes, 31 de octubre de 2016

Breve relato vespertino…


Al llegar a casa, el hombre cansado pensó en escribir una historia titulada con el nombre de la muchacha. Desistió rápidamente al concluir que ella podría leerla, enterarse de todo, y asustarse. Sentado a la orilla de la cama se deshizo de la camisa y soltó las trenzas de sus zapatos. Una vez descalzo, procedió a quitarse los calcetines y luego se quedó con ambas manos puestas sobre las rodillas.
Ceñifruncido, el hombre pensó en la muchacha y calculó los años que lo separaban de ella. Sin mudar su ademán, exclamó: ¡Bien podría ser mi hija!
Se rindió a su propio peso y se dejó caer de espaldas sobre la cama con los brazos abiertos. Pensó de nuevo en la muchacha, recordó que podría ser su hija y entonces, para que nadie (ni siquiera él mismo) lo oyera, siguió pensando: ¡Bien podría ser mi hija! ¡Pero no lo es!
Y con esta última conclusión, el hombre, sonriente, se quedó dormido…
CALIXTO GUTIERREZ AGUILAR

viernes, 14 de octubre de 2016

Becky...

A Roraima Colina Bravo

Te miro dormir y me complace. No me gusta llamar a nadie cuando duerme, me parece de mal gusto. Al fin te despiertas y parsimoniosa te estiras cuanto puedes. Me encanta esa expresión tuya cuando te estiras. Me maravilla tu capacidad de elongación.

Vienes a mí, te rozas conmigo y comienzas a alejarte a pesar de que ahora si te llamo: ¡Rebeca! ¡Becky! ¡Ven!

Tú igual te alejas a pasos lentos, con ese andar tuyo que yo no sabría describir.

Y yo insisto: ¡Rebeca! ¡Becky! ¡Ven!

Apenas tengo tiempo para ver cómo te acercas a la ventana  y saltas... hacia el jardín.

Y me digo: los gatos son una vaina seria…

CALIXTO GUTIERREZ AGUILAR
14/10/2016

viernes, 8 de julio de 2016

Él, oía voces…

Venía oteando el horizonte desde la popa del Leander.  Recordaba los clamores en una lengua que no era la suya: Liberté, égalité, fraternité... Deseaba ardientemente realizar el ideal de los clamores en su propia tierra, una tierra “nueva” donde estaba todo por hacerse. Miraba al mástil y sonreía contemplando el tricolor. Ahora sí, esta vez sí llegaría.

Puertos e islas se sucedían en su imaginación afiebrada: Londres, Nueva York, Jacmel, Aruba. Recordó la fatídica noche de Ocumare y prosiguió: Bonaire, Granada, Barbados, Trinidad. Ahora sí, esta vez sí llegaría…
Saltó a tierra. Llevaba el tricolor  al hombro como arma en descanso y creía escuchar ya los clamores en su propia lengua: Libertad, igualdad, fraternidad.
Habiendo dejado el Puerto Real se encaminaron a la ciudad. Se sentía Josué en su avanzada libertaria. También él habría de tomar  parte en el derribo de nuevas murallas…

La ciudad estaba sola. La ciudad dormía.
Muchos días estuvo tocándola al hombro, llamándola por su nombre, intentando despertarla con promesas de libertad, igualdad y fraternidad; ella como un muchacho renuente no despertaba. Pensó en su Leandro, el hijo. Se amargó pero no lloró.
Entonces, Miranda dejó quieta  a Coro, y se fue…
Calixto Gutiérrez Aguilar.