sábado, 5 de noviembre de 2016

Apolo en el huerto…

A Angélica Guevara Alcalá, alma de este relato.

Tras el almuerzo, la muchacha huye del bochorno y de la fuerza canicular  buscando el amparo del huerto. Entre árboles y arbustos recrea escenas pastoriles acaso o construye imaginarios edenes en los cuales establecerse como solitaria hurí.
Habitado por mil cositas que se mueven, “Apolo” se solaza en la grata y silenciosa compañía de la muchacha que lo mira. Aburrido -como es común entre los de su especie- intenta de cuando en cuando atrapar moscas al vuelo y hace sonar sus dientes con chasquidos de trampa frustrada. 
Las moscas victoriosas vuelven sobre el hocico de “Apolo” y él se sacude violento y burlado.

Cambia de lugar, se tiende a la sombra; de nuevo se yergue, y ahora tiene la expresión de haber comprendido por fin cómo se debe atrapar una mosca en vuelo. Lo intenta una vez más y vuelve a fracasar.
La muchacha, que sigue atenta la conducta de “Apolo”, sonríe. Ella piensa. ¡Tú dedícate a ladrar haciendo ver que cuidas la casa! ¡Pues como matamoscas no sirves!

Y “Apolo” se aquieta, dormita y sueña entre escenas pastoriles o imaginarios edenes…
CALIXTO GUTIERREZ AGUILAR

NOVIEMBRE/2016