martes, 14 de julio de 2020

Julián el escrupuloso...

Cuando apenas amaneció lo atacó de nuevo aquel pensamiento y se dio cuenta de que sería un día de esos en los que se le daba por cavilar profundamente.
Rápido, rechazó la tentación de filosofar y le desagradó la idea de estar prolongando eso que llaman la "crisis de la mediana edad" cuando estaba ya a pocos meses de cumplir sesenta años.
Fue su padre quien lo inició en la empresa familiar que ahora manejaba él como mejor podía.
Alguien debía hacer su trabajo, concluyó para calmarse.
Claro que ganaba dinero con ello, pero ajá, otros también lo hacían. Que pudiera recordar, eran muchas las ocasiones en que había llegado muy lejos en la condescendencia con sus clientes y, dicho sea de paso, siempre trató de mostrarse comprensivo.
Por ello, se reprochaba a sí mismo el dejarse asaltar continuamente por esos repentinos escrúpulos.
En fin, que decidido como estaba se dirigió a la puerta principal para girar el cartel y avisar: "ABIERTO"
Pero un minuto antes de hacerlo entornó la mirada y rezó muy sinceramente mientras se santiguaba: ¡Tú sabes oh Señor que a nadie deseo mal; pero te pido que hoy me vaya bien en mi negocio!
Y entonces sí, Julián abrió las puertas de la funeraria...
CALIXTO GUTIÉRREZ AGUILAR