Al llegar a casa, el hombre cansado pensó en escribir una
historia titulada con el nombre de la muchacha. Desistió rápidamente al concluir
que ella podría leerla, enterarse de todo, y asustarse. Sentado a la orilla de
la cama se deshizo de la camisa y soltó las trenzas de sus zapatos. Una vez
descalzo, procedió a quitarse los calcetines y luego se quedó con ambas manos
puestas sobre las rodillas.
Ceñifruncido, el hombre pensó en la muchacha y calculó
los años que lo separaban de ella. Sin mudar su ademán, exclamó: ¡Bien podría
ser mi hija!
Se rindió a su propio peso y se dejó caer de espaldas
sobre la cama con los brazos abiertos. Pensó de nuevo en la muchacha, recordó
que podría ser su hija y entonces, para que nadie (ni siquiera él mismo) lo
oyera, siguió pensando: ¡Bien podría ser mi hija! ¡Pero no lo es!
Y con esta última conclusión, el hombre, sonriente, se
quedó dormido…
CALIXTO
GUTIERREZ AGUILAR
Hace poco termine de leer una novela titulada "Perdona si te llamo amor", cuenta el dilema de un hombre de 37 años enamorado de una joven de 17 años, al final acepta estar enamorado y se propone vivir su felicidad, este hombre bien podría pensar que algunas veces es bueno hacerle caso al corazón....
ResponderBorrarBien pudiéramos aplicar al hombre aquellos versos de Andrés Eloy:
BorrarY tan cerca llegué a verte
que te rozaba mi dedo…
Tuve miedo de quererte…
y ya es querer, tener miedo.