-¡Ojalá
te mueras! ¡Ojalá te mueras,maldito!
En este momento viene a
mi memoria aquella ocasión cuando papá me gritó una y otra vez esa expresión. Recuerdo
sus ojos inyectados de odio y el gesto tembloroso de rabia, de impotencia. Me llega
ahora mismo el llanto ahogado de mamá y no sé si la estoy escuchando o si la recuerdo. Hoy
como aquel día, miro fijamente a papá pero no digo nada. A diferencia de aquel
día, su actitud es otra: todavía iracundo, pero incapaz de decirme algo.
-¡Ojalá
te mueras tú!–recuerdo que repetía en mi mente como un mantra que conjurase el deseo de mi
padre.
Y yo ahí, firme. Como ahora,
a punto de largarme; pero firme.
-¡Amor!
¿Nos vamos? –me susurra mi novio-
Entonces me aparté del ataúd.
Y salí de la funeraria sin saludar a nadie…
CALIXTO
GUTIÉRREZ AGUILAR
No hay comentarios.:
Publicar un comentario