jueves, 23 de noviembre de 2023

Crónica: vainas del padre Emilio.

 

Habiendo nacido en abril de 1922, tenía cincuenta años cuando fue destinado a Santa Ana de Coro el año en que yo nací. Salesiano al fin, tuvo como destino el Colegio Pio XII. Aunque no era su perfil, debió especializarse en biología para ser profesor de ésa catedra por muchos años. Regentó la iglesia de San Gabriel, levantó el moderno templo parroquial de san Juan Bosco y jugó un papel determinante en la constitución de la comunidad parroquial de Cristo Resucitado en la urbanización Independencia donde yo lo conocí alrededor de 1978.

Era caraqueño, de San Juan, y se llamaba Emilio Rodríguez Regalado; aunque se lo conocía simplemente como el padre Emilio.

Escribió y publicó dos folletines: “Encontré a mi madre” una serie de testimonios y afirmaciones piadosas sobre la virgen María, y “Un cura chévere” sobre san Juan Bosco.

En sus clases llevó hasta el extremo aquella afirmación según la cual si uno no lo recuerda es porque no lo sabe y derivó en un verdadero fanático del “caletre”

Tenía fama de poseer un carácter brusco, cortante; era poquito de paciencia y solía tener siempre a mano una salida ocurrente. Amén de ser conocido por contar chistes malos y hacer charadas peores.

Pero es el caso de que cuando se acercaba la década de mil novecientos noventa comenzó a padecer molestias en una de sus piernas que lo convirtieron en un visitante recurrente del consultorio de un reputado traumatólogo coriano con fama de buen médico y de católico piadoso. La pierna se hinchaba sin dolor alguno desde la cadera hasta la totalidad del pie.

Grageas e inyecciones, unturas y flexiones, reposo y hasta una media elástica de compresión se utilizaron en vano porque tras una mejoría aparente, aquí volvía la inflamación de la extremidad inferior como si nada se hubiera hecho por remediarla.

Según me refirió él mismo, cansado ya de tanto tratamiento infructuoso increpó al doctor sobre el origen de aquel mal, y el médico, agotadas sus copiosas lecturas, sus hondas investigaciones y sus sesudas reflexiones se decantó porque aquello era atribuible a meras cuestiones de la edad.

-Se equivoca usted, mi querido doctor –aseveró sereno el padre Emilio dispuesto a salir de la consulta.

-¿Por qué no habría de serlo? –preguntó el médico.

-¡Porque la otra pierna tiene los mismos años que ésta y no se me hincha! –respondió el padre.

En 1989 se le ordenó al padre Emilio dejar  el colegio Pío XII e irse a la Escuela Agronómica de Barinas y de allí pasó a Caracas.

Tristemente, en la ciudad capital le abandonaron la cordura y la alegría y fue apagándose de a poco hasta que murió un día de mayo lejos de su querida Coro, ésta ciudad cada día más achacosa dizque por cuestiones de la edad…

CALIXTO GUTIÉRREZ AGUILAR.

 

 

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