martes, 21 de noviembre de 2023

***

 Después de saludarla con la mano y notar que no me correspondía con un gesto de rechazo me fui de a poco acercando a ella. Con cuidado me senté a su lado sin aproximarme mucho. No era mi idea importunarla.

-¿Me puedo sentar aquí?

-¡Bueno! Ya se sentó ¿no le parece?

 Reímos de mi aparente torpeza y comenzamos a conversar sin dirección.

-¿Es usted casada? ¿Tiene hijos?

-¡Por supuesto! Mi marido no debe tardar en venir por ahí… y sí, tengo tres hijos. Una hembrita y dos varones.

A mi vez le conté que también estaba casado pero que mi esposa y yo no habíamos podido tener hijos todavía. Se condolió de mí y me dijo que no perdiera la esperanza, que total, aún era joven.

-Usted me parece una mujer preciosa, y disculpe…

-Disculpado. Usted también es bien parecido…

Y pasamos a otros temas como el clima, las flores, la comida, sus padres, sus hermanos; me dijo que venía de un pueblo y que esperaba a su esposo para regresar porque la ciudad no le gusta.

Me invadieron las ganas de llorar pero no podía hacerlo allí delante de ella. Entonces me excusé con una tontería y salí de su habitación porque estos días en los que mamá no me recuerda me hacen daño y desde que murió papá la vida es más difícil…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario