Después de cenar se duchó y se puso el pijama.
Volvió al escritorio y abrió el cartapacio donde iba escribiendo lo que
la imaginación le dictaba.
Un instante después constató lo inimaginable: había dejado de imaginar.
Entonces escribió: el hombre
que no imagina, muere.
Y doblado sobre el escritorio
lo hallaron a la mañana siguiente.
¡Quien lo hubiera imaginado!
CALIXTO
GUTIÉRREZ AGUILAR.
Noviembre 2018
Excelente cuento Calixto, preciso, conciso,brevísimo, ameno y hasta divertido. Te felicito
ResponderBorrarExcelente trabajo Calixto. Nos debemos unos cocuyes para escucharte los chistes. O nos montamos en una tarde del humor contigo y otros dos. Jajaja
ResponderBorrarAbrazos!
Ennio
¡Sí va!Pongale fecha y determine la ubicación... Saludos!!!
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