Estábamos a la mesa compartiendo un poco de agua. Apenas
me enteré de lo sucedido salí corriendo a su casa para asistirla en lo que
hiciera falta. Yo sabía que ella no es de las que huye. Sabía que allí estaría.
-¿Y ahora qué vas a hacer?
-Muy poco, me espera la cárcel.
-No comprendo lo que hiciste. Después de tantos años
aguantando…
Se notaba que había llorado mucho pero ahora lucía
extrañamente serena. Diríase que estaba espantosamente tranquila.
-Vivimos juntos treinta y nueve años. Le parí tres hijos,
le aguanté hambre y vejaciones. Le aguanté golpes y borracheras. Soporté las
estrecheces que nadie puede imaginar hasta que vinimos a vivir aquí donde todo iba
a estar bien. Él se bebió mi juventud y yo lo dejé hacer, siempre lo dejé hacer…
-Pero ¿por qué?
- ¡Coño! ¿Por qué más? ¡Porque yo lo amaba!
Un agente de policía me hizo señas y vi que acercaban
otros dos. Uno de ellos traía las esposas preparadas para el arresto.
-Antier le conseguí un papelito en el bolsillo. Tenía
otra mujer. La tipa se llama Mary…
-Dicen que le cortaste la garganta mientras dormía…
Ella se levantó y la esposaron. Cuando la sacaban me
dijo:
-Ya no podía dejar que siguiera jodiéndome la vida. Ya no
tenía ese derecho porque él no era mío nada más. Yo aguanté de todo ¡Pero
cachos no!
Entonces se la llevaron y no he vuelto a verla. Me ha prohibido
que la visite. Mamá es así…