A Caracas, ella sabe por qué; ella sabe por quién…
El aburrimiento de la espera se había convertido en el
cuarto ocupante del vehículo gris. Los otros tres, los hombres de trajes
baratos y corbatas de segunda, alternaban sus salidas del automóvil para
estirar las piernas y fumar.
-¿Qué hora es?
-Las cinco de la tarde…
Las puertas del “Bárcenas” se abrieron y el encendido del motor del
vehículo se confundió con los otros ruidos de la ciudad. Cauto, reptando como
serpiente, el vehículo avanzó muy lento casi pegado a la acera y de manera
discreta se detuvo…
-Buenas tardes caballero. Suba por favor, le conviene dar
un paseo con nosotros…
-Pero es que yo…
-Usted nada, usted se sube y ya…
Ahora son cuatro los ocupantes del carro.
-¿Estoy detenido? ¿Se me acusa de algo? ¿Es por la deuda
del hotel?
Las palabras del cuarto ocupante no hallaron respuesta
alguna. Poco a poco fue comprendiendo que había llegado el momento de callar,
de no seguir hablando. Sonrió al comprender: hoy me muero. Luego sonrió porque
la idea de morir lo había hecho sonreír. En un momento escuchó su propia voz
venir desde la radio: “tu cabellera
sedosa acaricio en mis sueños…”
-Qué bolas, tú… -dijo el que parecía ser el jefe- apaga
el radio, vale…
Y se hizo el silencio. Y se hizo la noche, la noche
lluviosa del abril caraqueño.
-¿Oíste eso Juan José? Asómate, mira a la avenida a ver
qué pasó…
Y el hombre no vio más que un carro gris que se alejaba
bajo la lluvia por la avenida. Cerró la ventana y dijo a la mujer:
-Nada, vale, todo tranquilo, por ahí no hay nada…
De la radio salía una melodiosa voz de tenor que
inundaba el apartamento… “Mi corazón en tinieblas te busca con ansias…”
-Abre la puerta Juan José, yo estoy en la cocina, vale…
-¿Qué pasó Miguelito?
- ¿No supieron? Acaban de atropellar a un hombre ahí en la avenida, por debajo del
puente, en el túnel. Un chamo dice que vio cuando lo lanzaron del puente y otro
carro lo pisó cuando cayó, el chamo dice que era un carro así como gris…
-Eso va a terminar siendo algún borracho de esos
desesperados que se tiró para que lo atropellaran o que se cayó por la
borrachera, ya tú vas a ver…
- Mi mamá no me deja ir a ver el muerto, dice que si
ustedes van sí voy
-No mijo, nosotros no hemos cenado y no vamos a salir con
este aguacero para ver un atropellado. Chao… ¡Hasta mañana!
Y Juan José volvió a lo suyo, pero antes, subió el
volumen a la radio…
“porque
sin ti ya ni el sol ilumina mis días, y al llegar la aurora me encuentra
llorando mis noches sin ti…”
CALIXTO
GUTIERREZ AGUILAR 20/07/2018