Dedicado a … F.C.T.
Poso mi boca sobre tu frente y dejo en ella un beso suave, cálido, un beso que
me inunda de ti…
Como si fueras un país al que ansiaba volver, al que soñaba con regresar;
desciendo por la breve colina de tu nariz perfecta y encuentro la gloria de tu
boca que de alguna manera presintió que yo venía.
Y te beso, y me besas… y me siento fuera de mi cuerpo, convertido en aire,
espíritu, qué se yo…
Resbalo a besos por tu cuello, pero otra vez vuelvo a tu boca que me atrapa
como una dulce trampa de la cual aunque se pueda; no quiero escapar…
¡Huyo! ¡Huyo de tu boca que me quita la vida en cada beso que nos damos!
Y vuelvo a descender por las laderas de tu cuello para detenerme en el
prado de tu pecho donde me inclino como agotado y feliz, inmensamente feliz;
feliz como nunca antes…
Entonces, la inminencia de tus senos me convoca con urgencia y llego a
ellos maravillado. Me sobrecoge la belleza de las rosadas areolas donde apenas se
distinguen tus dormidos pezones que comienzan a advertir mi presencia de
intruso adorador…
Y los rozo suavemente con besos fugaces, con mi lengua hecha ligero colibrí
en torno a ellos, y los tomo entre mis dedos contemplando la erizada piel que
rodea lo que ahora son dos torrecillas erectas…
No quiero irme de aquí. No quiero abandonar este paraje y sin embargo mi
devoción peregrina me obliga a seguir bajando por la llanura de tu plano
abdomen.
Como un animal sediento rodeo a besos el estanque de tu ombligo. Vuelo alrededor de él como un ave que dio al
fin con el manantial para su sed milenaria…
Y te ríes, cosquillosa te ríes y te ves adorable…
Y te sonrojas y me invitas a subir de nuevo a la gloria de tu boca, dulce
trampa…
Y cuando emprendo el camino a tu boca, despierto… para entonces no desear
otra cosa que la noche.
Esa noche que me hace soñar contigo como si fueras un país al que ansiaba
volver, al que soñaba con regresar.
10 de abril de 2018