Puertos e islas se sucedían en su imaginación afiebrada:
Londres, Nueva York, Jacmel, Aruba. Recordó la fatídica noche de Ocumare y prosiguió:
Bonaire, Granada, Barbados, Trinidad. Ahora sí, esta vez sí llegaría…
Saltó a tierra. Llevaba el tricolor al hombro como arma en descanso y creía
escuchar ya los clamores en su propia lengua: Libertad, igualdad, fraternidad.Habiendo dejado el Puerto Real se encaminaron a la ciudad. Se sentía Josué en su avanzada libertaria. También él habría de tomar parte en el derribo de nuevas murallas…
La ciudad estaba sola. La ciudad dormía.
Muchos días estuvo tocándola al hombro, llamándola por su
nombre, intentando despertarla con promesas de libertad, igualdad y fraternidad;
ella como un muchacho renuente no despertaba. Pensó en su Leandro, el hijo. Se
amargó pero no lloró.Entonces, Miranda dejó quieta a Coro, y se fue…
Calixto Gutiérrez Aguilar.